A lo largo de nuestra vida nos encontramos con acontecimientos desfavorables ante los que desarrollamos períodos tintados de un bajo estado de ánimo. Sin embargo, no son los hechos en sí los que causan el desánimo, sino la interpretación que hacemos de ellos y de las herramientas que tenemos para afrontarlos.
Los síntomas que acompañan al bajo estado de ánimo son abatimiento, tristeza, apatía, desgana, melancolía, desilusión o pena. La autoestima y la autoconfianza se verán además afectadas y con ello, la dificultad en la toma de decisiones. Además, en cuanto al descanso, los afectados pueden sufrir insomnio, o bien dormir más horas de las recomendadas. En relación a la nutrición, a veces presentan episodios de ingesta desmesurada, o bien una falta notoria de apetito. Por último, destacar que la atención, concentración y memoria se verán mermadas dificultando las actividades diarias.
Las personas que sufren estos síntomas reducen significativamente sus actividades, trabajo, cuidado personal, alimentación, actividades gratificantes… Esperan a que los síntomas mejoren para reanudar sus hábitos. De esta forma, se produce el “círculo vicioso” entre el bajo estado de ánimo y la disminución de las actividades diarias. Es imprescindible incrementar las actividades positivas para aumentar el estado de ánimo, por ello, el objetivo del tratamiento es establecer el punto de entrada en este círculo vicioso.
En esta situación, comenzar actividades nos parecerá algo realmente difícil e incluso no sabremos por dónde empezar. Lo recomendable sería realizar tareas que no nos requieran un gran esfuerzo. Algunas de ellas pueden ser:
- Dar un paseo
- Escuchar música
- Leer
- Hacer trabajos artísticos
- Cocinar algo nuevo o agradable
- Darse un baño
- Utilizar tratamientos de salud como cremas o mascarillas
- Hacer alguna actividad con amigos
- Ordenar o redecorar
- Realizar ejercicios de relajación
Obligarnos a realizar actividades positivas o gratificantes tendrá una gran repercusión en nuestra tristeza, siendo cada vez más fácil la planificación de nuevas actividades y con ello, la mejora del estado de ánimo.
El tratamiento psicológico también se enfoca en la gestión emocional y en el abordaje de los pensamientos negativos, el autoconcepto y las habilidades sociales, aumentando la capacidad para dar y obtener gratificación. De esta forma, desde la terapia cognitivo- conductual se estarán abordando todos los aspectos que inciden en el estado de ánimo.
Como explico a mis pacientes en consulta, para entender mejor cómo se produciría el cambio, podemos imaginarnos una rueda que se encuentra parada, sin ningún tipo de movimiento, cuando comenzamos a ejercer fuerza sobre ella, empezará a girar lentamente para progresivamente ir aumentando su velocidad, desplazándose sin que tengamos que hacer un gran esfuerzo. Esta fuerza que ejercemos sería el comienzo de algunas actividades positivas, el empleo de pensamientos positivos o el control emocional, que conllevarían una mejora del estado de ánimo y con ello una mayor motivación para continuar con nuestra actividad.