Una ruptura de pareja, separación o divorcio supone un proceso de duelo, de readaptación a nuevas circunstancias vitales y va a provocar una gran repercusión en los hijos. Nos encontraremos con diferentes reacciones emocionales según el momento evolutivo de los niños y no debemos subestimar la capacidad de los hijos para entender lo que está ocurriendo.
Cada caso requerirá la aplicación de unas estrategias especificas según las circunstancias. Sin embargo, el objetivo básico y fundamental debe ser alcanzar una reorganización familiar lo más óptima posible en la que ambos padres cumplan conjuntamente con la crianza y participen activamente en las decisiones importantes de la vida de sus hijos. Intentaremos aportar una serie de pautas para minimizar los aspectos negativos y potenciar las actuaciones positivas:
- Mantener un contacto habitual con ambos progenitores, especialmente en edades más tempranas debido a que la ausencia de sus cuidadores es vivida por el hijo como abandono.
- Reasegurar al hijo que se le quiere es algo que debemos repetir de forma constante tanto en forma de palabras como con hechos. Lo importante es que los niños sepan que sus padres seguirán a su lado y que podrán disponer de ellos cuando lo necesiten.
- Corregir posibles interpretaciones erróneas sobre la separación o el divorcio. Debemos insistir en que la culpa no es de los hijos. En edades entre los 3 y 5 años se da un egocentrismo que favorece que los pequeños interpreten que las dificultades han aparecido por sus comportamientos. Trataremos de modificar esta creencia explicándoles que ellos no tienen la culpa y que siempre les vamos a querer.
- Mantener hábitos y rutinas que les aporten seguridad y estabilidad, a pesar de los cambios que la separación pueda suponer en sus vidas. Estaremos al tanto de cambios en las conductas de alimentación, sueño, estudio… No se trata de alarmarnos si observamos diferencias, sino de hacernos conscientes y continuar con nuestras pautas de educación y hábitos.
- Suelen aparecer fantasías sobre la unión de sus padres las cuales al no verse confirmadas les harán sentir tristes y traicionados. Abordaremos estas emociones explicándoles desde el principio que sus padres no van a volver a estar juntos.
- No hablaremos mal del otro progenitor, independientemente de sus comportamientos, ya que los pequeños lo reciben dirigido a su propia persona.
- Los hijos no serán los mensajeros de la familia, los padres mantendrán un contacto continuo sobre los aspectos que afectan a los hijos y a la familia.
- Los adolescentes se encuentra en un momento evolutivo de búsqueda de su propia identidad en el que más que nunca necesitan sentir seguridad. Suele realizar esfuerzos para que se den interacciones entre sus padres, infringiendo normas, a través de quejas somáticas, etc. Se recomienda dar explicaciones abiertas y claras y hacerles partícipes de determinadas decisiones como la custodia, la organización del tiempo…
En muchas ocasiones será necesario acudir a un profesional de la psicología para mediar en este proceso de ruptura o separación. Además, podemos tomar como referencia algunas de las siguientes lecturas:
- Separarse sin grietas. Sufrir menos y hacerlo bien con los hijos. López Sánchez, F. (2010)
- Divorcio ¿cómo ayudamos a los hijos? Cristina Noriega, (2012)
- Hijos felices de parejas rotas. Francescato, D. (1989).