El deseo sexual hace referencia a la frecuencia con que una persona quiere o le apetece tener actividad o relaciones sexuales. Existen multitud de causas, muchas veces actuando de forma combinada, que determinan el nivel de deseo sexual y los posibles problemas que pueden bloquearlo o limitarlo a los largo de nuestras vidas.
Entre estas causas o variables podemos destacar:
Variables psicológicas: ansiedad, miedo a la ejecución sexual, miedo a la intimidad o al compromiso, sentimientos de culpa o vergüenza, rigidez, prejuicios, estrés, o depresión.
Variables interpersonales: calidad de la relación entre los miembros de la pareja, conflictos, falta de comunicación, falta de confianza y afecto, odio u hostilidad, así como rivalidad o competitividad por el poder en la pareja.
A nivel fisiológico, existe una influencia neuronal, hormonal y endocrina en continua interacción con los factores psicológicos e interpersonales.
Además, el deseo está altamente influenciado por las emociones. La vivencia de episodios sexualmente positivos potenciará nuevas experiencias, del mismo modo, los momentos vividos como frustrantes o dolorosos van a tener un efecto inhibidor de nuestro deseo. Es por ello, que en muchas ocasiones es necesario encender el deseo, revivirlo o fortalecerlo. Estas son algunas de las técnicas que podemos llevar a la práctica:
Mejora de la autoestima
Valorar nuestras propias capacidades e intereses va ser fundamental para desarrollar una sexualidad positiva. Un adecuado concepto de nosotros mismos facilitará la forma en que nos relacionamos con nuestro propio cuerpo y con los demás.
Habilidades de comunicación
Una adecuada asertividad sexual nos va a permitir expresar con claridad a nuestra pareja cuáles son nuestros deseos. De esta forma estaremos contribuyendo a nuestra propia satisfacción y con ello al futuro deseo.
Cultivo de fantasías
El uso de la fantasías es un recurso enriquecedor y estimulante, fantasear permite descubrir nuestra propia capacidad erótica. Escuchar a nuestro cuerpo y nuestras emociones va a repercutir de forma positiva en nuestro deseo.
Erotización del propio cuerpo o de la pareja
Mimar y jugar con nuestro propio cuerpo y el de la pareja nos ayuda a conocernos y a interpretar nuevos estímulos como placenteros.
Relajación
El estado de relajación predispone a una mejor percepción de estímulos sexuales y placenteros. Por ello, es necesario llevar a cabo técnicas que faciliten dicho estado de relajación con el fin de mejorar nuestro deseo o excitación.
Placereados
Se trata de técnicas realizadas en pareja basadas en las caricias, a través de la cual se desarrollan actitudes y sentimientos saludables sobre la sexualidad, se cultiva la sensualidad y excitabilidad y se aprende a expresar gustos o preferencias.
Erotización de los sentidos
El tacto, la vista, el olfato, todos los sentidos juega un papel fundamental en nuestra sexualidad. Para desarrollar eróticamente nuestros sentidos resulta de gran utilidad la lectura, la literatura y el visionado de películas eróticas. No dudes en consultar a un profesional de la sexología sobre recursos adecuados.